dimarts, 19 de desembre del 2017

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Este martes se acaba la campaña electoral más tramposa de la historia de este circo llamado España. Con un candidato en la cárcel, otro exiliado, y con la policía, la ultra derecha fascista y la Junta Electoral boicoteando actos de otro partido independentista y/o persiguiendo peligrosísimos lazos amarillos y/o pancartas que piden democracia o libertad de expresión de árboles de navidad, puentes o balcones. O con la vicepresidenta del gobierno español admitiendo medio borracha en un acto público que cometieron un delito de prevaricación, y que no existe separación de poderes en este país (cosa que ya sabíamos; no hace falta ser Sherlock Holmes para descubrirlo). Así estamos en España en pleno 2017. Un país patético, autoritario y resignadamente cobarde y conformista ante los derechos que nos ha robado poco a poco la derecha corrupta que preside el gobierno, con la complicidad de la derecha corrupta que está en la teórica oposición. La izquierda ni está ni se le espera.



Justo hoy he pasado por un bazar a comprarme cinta amarilla para hacerme un lazo casero que ponerme en la solapa de la chaqueta para ir a votar el jueves. Y que alguien me diga que no puedo llevarlo, porque la lío. La situación es tan surrealista que voy a ir a votar estando convencidísimo que no debería ir nadie a hacerlo. Primero, porque es una manera de legitimar el golpe de estado que perpetraron PP, Ciudadanos y PSOE semanas atrás con el famoso y fatídico artículo 155 de la constitución más sagrada desde las tablas de Moisés (si es que hubieran existido alguna vez). Segundo, porque me da mucho miedo la posibilidad de un tramposo pucherazo (como estoy convencido que hubo en las generales de 2016). Y tercero, porque yo ya voté cuando tocaba, hace dos años, en las elecciones que dieron como resultado mayoría parlamentaria de las fuerzas independentistas. Y ese gobierno que siguió el mandato democrático que le dimos los catalanes en las urnas hace dos años fue cesado a la fuerza de manera completamente ilegítima hace unas pocas semanas para imponer estas elecciones trampa. Y, participando en ellas, nos convertimos en cómplices de toda esta farsa.


Pero también es cierto que estas elecciones son la única manera de recuperar el Parlament y mandarle un mensaje al gobierno neofranquista del PP y a la comunidad internacional. No va a servir de nada, por supuesto, porque unos ya demostraron que lo de la república era también una farsa sin estructuras de estado ni apoyos internacionales, y los otros ya han advertido que si pierden, volverán a imponer a la fuerza el 155 y entraremos en un bucle infinito de elecciones trampa. Pero ganar esta votación sería volver a dar un hostión de dignidad colectiva popular a los que nos quieren imponer su pensamiento único, y a los que criminalizan el nuestro, tan legítimo como cualquier otro. Cuanto más me llamen anormal o más me digan que nos van a desinfectar, más refuerzan y legitiman mi postura. Si quiero construir una nueva república social y más justa, estoy en mi pleno derecho. Y aunque fuera un error hacerlo, estoy en mi pleno derecho a equivocarme por mi mismo, o a creer en la existencia de unicornios fosforito si me da la gana. Igual que hicieron los 7 millones de personas que votaron al PP en las generales de 2016. Curiosamente, en Catalunya son la segunda fuerza menos votada. Por algo será.


Y en este contexto de recorte de libertades, raperos encarcelados por sus canciones, falangistas blanqueados convertidos en víctimas por la propaganda del reino, o dibujantes imputados por sus viñetas, se edita 'Illegal Times', donde una veintena de viñetistas internacionales y varios columnistas desafían la censura y denuncian la preocupante situación que vive España hoy en día. Que no falte nunca el humor más irónico, satírico y cáustico, porque es la manera más inteligente y eficiente de denunciar los abusos de poder de los que nos quieren someter. Seguramente lo harán igualmente, pero no renunciemos NUNCA a rebelarnos y a someterlo todo al pensamiento propio y al sentido crítico. Comenzando por nosotros mismos, los primeros tramposos...